Nada más traspasar el umbral de la sección, le dio la extraña sensación de que no se encontraba en el mismo lugar. Toda la estancia, se hallaba en la penumbra. Pero pensó que sería para ambientar. Al fondo, un mostrador blanco contrastaba con el lugar. A la distancia a la que se encontraba le resultaba difícil distinguir quien estaba ahí, pero alguien vestido de negro se encontraba atendiendo a la gente. Lo más chocante de todo, era la extraordinaria cantidad de gente que se encontraba con un libro de pie...¿aguardando?
Se fue encaminando lentamente hacia el mostrados, preguntándose que haría toda esa gente ahí. Por el camino, vislumbro a gente de todas las castas, razas, lugares y profesiones. Incluso le pareció reconocer a el presidente de los estados unidos.
Cuando alcanzó su destino, observó como una chica pálida y de belleza inhumana se dedicaba a atender a la gente. Se fijó en que a cada persona le daba un pequeño papelito. Sin saber muy bien porque, se acercó al mostrador y la chico le sonrió.
-Ya temía que no llegases-le dijo para su sorpresa la chica- Quería darte el número personalmente.
Ignorando como debía de actuar, cogió el papel que le extendía y leyó: “1145026160215011316017161905133913104502116416”. No sabía que quería decir ese número, pero tampoco le interesaba. Lo que deseaba saber era el porque quería darle el número la chica y quien era ella.
-Supongo que nos veremos abajo.-prosiguió ella-“Buen” viaje-agregó con un tono sarcástico y se alejó riendo.
Vio que un encapuchado la sustituía. Sin levantar la vista, le indicó que debía ir detrás del mostrador y seguir el “trampolín”. Cuando llegó al trampolín, se dio cuenta de que este era una tabla que te precipitaba al vacío. No se lo pensó dos veces. Con un ágil salto, se metió en el tubo que no tenía fin.
No era necesario un genio para decir que caía para decir que caía en vertical a gran velocidad. Por un instante le pareció ver un cartel, pero desechó esa idea al instante por ser absurda. Llevaba un buen rato cayendo, cuando divisó como algo rojizo se acercaba a una velocidad considerable.
Un ensordecedor sonido inundó el espació en el momento que impactó contra ello. Se trataba de un líquido espeso y rojo. Con dificultades, consiguió salir a la superficie y lo probó. Ese líquido era... era... ¡SANGRE! El cartel si que existía y eso le dejo la sangre (la suya) helada.
En unos instantes recordó lo que estaba escrito en rojo en el cartel:
“Yace usted muerto y se está precipitando a lo que será su morada. Y será usted desposado con el ser más poderoso que existe. Será emparejado con la Muerte”
Xathick
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3 comentarios:
Tío, comienza a gustarme como incluyes a la muerte en tus relatos. Mola
PD: revisa ortografía
es un posible final, pero no el original,
lo colgare mas adelante
Este relato me gustaba mas la primera idea que tenias (desarrollandola mejor) aunque tambien mola, pierde el hilo principal totalmente. Esperando la version distinta.
Por cierto, corrige: "No era necesario un genio para decir que caía para decir que caía..."
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